domingo, 19 de febrero de 2012

¿Qué tanto percibimos la belleza?

En una mañana fría de enero una persona se sentó en la estación del metro de Washington DC y comenzó a tocar el violín. Este hombre, interpretó seis piezas musicales en alrededor de 45 minutos. Ya que era hora pico, aproximadamente 1.100 personas pasaron en ese lapso por la estación en su vía al trabajo.


Al transcurrir 3 minutos, un hombre de edad media se percató que un músico estaba tocando. Bajó la velocidad de su paso, se detuvo unos pocos segundos y luego apresuró el paso de nuevo para no perder el tren.


Un minuto luego de eso, el músico recibió su primera propina: un dólar de que una señora tiró en el estuche del violín para luego seguir caminando sin parar.


Un par de minutos después, una persona se apoyó en una pared para escuchar la música, pero el hombre miró su reloj y empezó a caminar de nuevo. Probablemente porque iba tarde a su trabajo.


Joshua Bell - que tanto percibimos la belleza


La persona que más prestó atención fue un niño de 3 años de edad. Su madre lo estaba apurando para que caminara pero el pequeño se detuvo para apreciar la música del violinista. Sin embargo, la madre ejerció más presión sobre el niño para que continuara caminando, así que lo hizo, pero volteando la cabeza mientras se alejaba. Esta situación se repitió varias veces con otros niños. En todos los casos, los padres obligaron a los niños a seguir caminando.


En el transcurso de los 45 minutos que el músico tocó, solamente 6 personas se detuvieron por un tiempo. Unas 20 le dejaron dinero, pero siguieron caminando a paso normal. En total recaudó 32 dólares. Cuando dejó de tocar, el silencio se apoderó del lugar y nadie se dio cuenta. Nadie aplaudió, homenajeó ni hubo ningún tipo de reconocimiento.


Nadie sabía que el violinista era Joshua Bell, el cual es uno de los músicos más talentosos del mundo. Él acababa de tocar una de las piezas más complicadas jamás escritas, usando un violín que cuesta unos 3,5 millones de dólares.


Dos días antes de tocar en el metro, Joshua Bell tuvo un concierto en el teatro de Boston, para el cual todas las entradas se agotaron, con un costo de aproximadamente 100 dólares por asiento.


Esta historia real de Joshua Bell tocando de incognito en la estación del metro fue auspiciada por la organización del Washington Post como parte de un experimento social acerca de la percepción. Las reglas eran: en un ambiente y en un lugar común a una hora inapropiada: ¿Percibimos la belleza? ¿Nos detenemos a apreciarla? ¿Prestamos atención al talento en un contexto inesperado?


Una de las incógnitas que surgen al saber esto puede ser: Si no tenemos un momento para detenernos y escuchar a uno de los mejores músicos del mundo, ¿cuántas cosas más estamos pasando por alto?


En nuestra infinita vida ocupada tenemos que tener algo presente siempre: apreciar las pequeñas cosas, los pequeños detalles... no siempre está mal llegar tarde por disfrutar de un buen momento, "eso" puede esperar.

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