miércoles, 21 de noviembre de 2012

El espacio compartido: vivir en pareja sin olvidarte de ti

En algún momento de tu vida conocerás a una persona especial, capaz de despertar sentimientos inusitados y que más que una pareja será un compañero de vida. Muy probablemente, luego de un tiempo, querrán construir un hogar. Ya sea que se casen o que sencillamente decidan mudarse juntos, compartir un espacio puede ser una experiencia tan maravillosa como complicada. Si deseas dar este paso tan importante de forma consciente, haciendo un esfuerzo para obtener el mejor de los resultados, puedes seguir estos consejos que te ayudaran a vivir en pareja sin olvidarte de ti.

Si bien es cierto que cuando nos enamoramos queremos pasar las 24 horas del día con nuestro ser amado, sobre todo al principio cuando las hormonas de la felicidad hacen de las suyas, esto no es sano ni normal. Cuando decides convivir con tu pareja, es importante mantener la individualidad y no perderse en el otro. Asumir un espacio compartido no quiere decir que debas olvidarte completamente de las actividades y cosas que disfrutas hacer y que son parte de tu personalidad en aras de adaptarte al otro.

Esto puede parecer muy simple y hasta obvio, pero son estas pequeñas actividades las que nos ayudan a cimentar la personalidad, lo que somos. Si te olvidas de ti y te pierdes en el otro, es decir comienzas a hacer  solo lo que tu ser amado quiere y dejas de hacer lo que disfrutas, de frecuentar a tus amistades y lugares personales, te convertirás en una persona vacía y triste, diferente a quien tu pareja conoció y esto, tarde o temprano podría hacer mella en la relación. Perderse en el otro es muy sencillo y común (todos conocemos a una persona que desde que tiene pareja o se casó dejó de salir con el grupo o abandonó a todas sus amistades), por eso es importante mantenerse alerta y  recordar siempre que vivir en pareja es una mezcla de compartir y respetar.

Respetando los espacios al vivir en pareja


Vivir en pareja es compartir, pero también es aprender a respetar el espacio del otro. El secreto de la convivencia es el equilibrio, y lograrlo es más simple de lo que parece. En primer lugar es importante definir que hay dos tipos de espacios cuando compartes un hogar: el espacio compartido (los lugares de los dos, del 'nosotros') y los lugares propios. Desde esta perspectiva debes delimitar el espacio común y el espacio propio.

Una opción muy sana es destinar un espacio para cada uno, que sirvan como estudio, habitación de lectura o lo que sea que les interese a cada uno y tener otra que sea para dormir juntos, para hacer vida en pareja. Esto les dará el lugar para relajarse y tomar el tiempo necesario para mantenerse en contacto con el ser propio. Puede ser un rincón de lectura, una pequeña oficina, un espacio que sea único y que esté destinado a satisfacer las necesidades y gustos individuales. Del mismo modo, es importante aprender a respetar esos espacios físicos y de tiempo. Si tu pareja acostumbra ir al gimnasio todos los martes, por ejemplo, pregúntale antes de programar alguna actividad a esa hora.

Cada una de las personas que conviven en pareja tienen que aprender a programar el tiempo personal y respetar el tiempo del otro; así mismo la pareja debe programar las responsabilidades del hogar en función a ese tiempo. Por ejemplo, si ambos trabajan 8 horas diarias, no es justo que la limpieza y mantenimiento del hogar sea realizado por una sola persona. Lograr acuerdos entre ambas partes para este tipo de tareas cotidianas es parte del éxito en la convivencia.

El día a día: esas pequeñas peleas


Una de las quejas típicas entre las parejas que recién empiezan a convivir tienen que ver con la cotidianidad: si uno de los dos es muy desordenado, si hace las cosas de cierta manera que te irrita... Esto es completamente normal: son dos personas diferentes, criadas en dos ambientes ajenos que tienen hábitos que pueden ser diametralmente opuestos. Es en este punto en el que debemos comportarnos con madurez y evaluar aquellos aspectos en los que hay que ceder en aras de mantener la armonía. Además, es una oportunidad magnífica para deshacerte de viejas conductas que te perjudican (como el desorden).

Otro aspecto importante es la forma en que expones una queja a tu pareja. Es muy diferente hablar de forma asertiva (desde el 'yo siento' o 'yo creo') que recriminar una y otra vez el error de la otra persona. Puedes decir lo que te molesta, pero de forma sana que no haga enfadar a tu pareja, le ponga en una posición defensiva y no tenga la apertura para negociar o hacer un cambio; por ejemplo decir: “me hace sentir mal que dejes la ropa sucia donde no va, porque nos esforzamos en mantener el sitio ordenado, ¿podrías colocarla en la cesta?” es mejor que gritar  “eres un desordenado que no me considera y siempre arruinas todo”.

Tú + Yo = NOSOTROS


En resumen, vivir en pareja es muy sencillo si logras respetar tu espacio personal y el de tu pareja, no sólo a nivel físico sino también en lo que se refiere a tiempo y actividades. Del mismo modo, es importante que evalúes los aspectos en los que puedes ceder y en los que debes mantenerte. Piensa en las actividades que disfrutas y haces normalmente, enuméralas y medita si afectan de algún modo a tu pareja y en qué forma lo hacen; de ser así, busca la forma de cambiarlas o de incluirle para que no sean motivo de peleas.

Del mismo modo, mantén una comunicación sincera, diáfana, frecuente y objetiva con tu compañero de vida para que negocies los aspectos de la vida cotidiana que pueden afectar la conviviencia; pero sobre todas las cosas recuerdas que es necesario mantener la identidad. Sólo con la suma del “yo” y del “tú” es posible construir un nosotros.

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