Se nos muere el amor

Si escuchas detenidamente, pareciera que todas las canciones y películas hablan del proceso de enamoramiento o la ruptura. Existe casi un completo silencio en lo que ocurre cuando la pareja de recién casados cierra la puerta, después de un tortuoso romance. Es casi como si las relaciones de pareja se tratasen de enamorarse, y luego casarse o romper; como si tuviésemos que seguir un guión preestablecido. Si tienes una relación de pareja larga, quizás te sorprendas descubriendo que ya no sientes con la misma intensidad o que la rutina te atrapa...es cuando comienzas a preguntarte:

¿Se nos muere el amor?

Los ciclos del amor

Cuando comienzas a salir con alguien se activan los neurotransmisores de la felicidad, y comienzas a vivir en carne propia la teoría de la relatividad: el tiempo se alarga o se acorta en proporción inversa a la distancia que te separa de tu ser amado. En medio de esta etapa muchos deciden casarse o vivir juntos, lo que parece ser el estado último, la cumbre del amor. Sin embargo, luego de un tiempo comienzan las peleas, los roces. Y esto es porque luego de que los neurotransmisores del amor se apagan, comienza el momento en el que la pareja comienza a conocerse realmente, sin ningún filtro.

De aquí la importancia de no precipitarse a la hora de tomar la decisión de unir la vida a otra persona, al menos no hasta que haya transcurrido el tiempo necesario para poder conocerse. Luego del proceso del conocimiento, comienza la etapa del amor filial. El amor apasionado deja lugar a uno más sosegado y tranquilo, en el que se consolida. Casi todas las parejas que logran asentarse en esta etapa perduran por muchos años.

Es en la etapa del amor filial cuando muchas parejas se cuestionan si el amor está muriendo. Esto se debe en numerosas ocasiones las personas no aceptan que una relación puede ser diferente al arrebato apasionado de los primeros días. Entonces, optan por descartarla para comenzar nuevamente el proceso.

El amor no muere, sólo se transforma

Es necesario comprender que el amor no se trata sólo las mariposas en el estómago, la atracción sexual desenfrenada, o la locura de los primeros meses. El amor tiene un proceso de germinación, de crecimiento y asentamiento; es imposible estancarse en cualquiera de estas etapas sin resultar herido de un modo u otro. Aceptar la naturaleza dinámica de todos los sentimientos humanos te ayuda a tener expectativas realistas de las relaciones de pareja y su evolución.

Del mismo modo, no existen guiones preestablecidos que las personas deban seguir. No todas las parejas deben terminar en matrimonio con hijos o en rupturas dolorosas. Conocerse y aceptarse facilita mucho el proceso. Por ejemplo, algunas personas se sienten bien con relaciones cortas o abiertas, pues por su estructura de personalidad no son capaces de sostener relaciones a largo plazo. Si este individuo acepta que esta es su personalidad, entonces se reduce la probabilidad de herir a alguien o a si mismo con una relación infructuosa.

En otros casos, hay quienes luchan desesperadamente por tener una pareja estable, pues creen que éste es el único modo de sentirse completos y satisfechos; pero no ven que delegan en otro la responsabilidad de la felicidad propia. Este tipo de parejas no suelen tener éxito, pues se pone en los hombros del otro una carga demasiado pesada.

Reavivando el amor

Si tu relación de pareja es sana en todos los aspectos, pero sigues sintiendo que la rutina les consume y el amor agoniza; entonces es hora de analizar si esto se debe a tu resistencia a aceptar la siguiente etapa evolutiva del sentimiento. Si no hay otros motivos, entonces puedes intentar reavivar las llamas de la pasión.

Establecer algunos cambios en la rutina pueden ayudarte a ver a tu pareja desde otra perspectiva: una cena romántica una vez a la semana, vacaciones para cambiar el ambiente, algo tan sencillo como conversar al final del día o hacer una actividad juntos (algún curso o deporte, por ejemplo... o cualquier otro detalle) pueden ser suficientes para percibir al otro nuevamente como individuo y recordar los motivos que te hicieron decidir compartir tu vida a su lado.