Tú, que no tienes nombre,
enséñame a volar sobre los mapas.
Podemos compartir
mi soledad de mar,
en una tarde
como la tarde en que nos encontramos
entre la multitud de los pasillos.
Tú, que no tienes nombre,
como no tienen nombre las cosas
más sencillas: la espera
de un semáforo en ámbar,
la curva que una ola dibuja en la orilla,
el paisaje enmarcado en el cristal
de un tren.
Tú, que no tienes nombre
como no tienen nombre las cosas
que no existen
todavía.
~ Julieta Pellicer.
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